Adriano Giovanni

Adriano Giovanni nació en una familia a la que podríamos llamar "pura sangre". Su infancia, casi en
su totalidad, transcurrió en la mansión, en la cual sólo conoció a miembros de familia y a su
personal de servicio. 

Aún recuerda como su padre les vigilaba mintra estaban en clase con sus hermanas y hermanos.
Tardó en darse cuenta de que su terrible mirada no se dirigía a él, sino a su maestra. La respuesta
de su padre a este odio le dejó helado "no es de la familia".


 Así pasaron los años en un aislamiento que solo era roto por su tía, quien venía cada mes. Ella era
joven y hermosa, blanca como la nieve y solo los visitaba de noche. No comía nada en las cenas, lo
único que hacia era interrogar a los padres de Adriano, preguntándole sobre él y sus hermanos. 
Un día lo despertó en la mitad de la noche y le pidió que le siguiera. Él, medio dormido, no fue muy
difícil de convencer. Entraron en el bosque y llegaron a un círculo de huesos en mitad una calavera
humana. Adriano no recuerda nada lo que pasó en ese lugar, pero siempre que intenta remover
esos recuerdos siente una mezcla de excitación, asco y...poder.
Después del terrible evento, su tía se encariñó con él, quizás hasta demasiado. Le empezó a
enseñar ocultismo en lo que se refiere al mundo de los muertos. Los años pasaban y el aislamiento
hacía mella en él, por lo que empezaba a ver a su tía y hermanas con otros ojos. 


En una comida a su padre le escapó la existencia de un pueblo, por lo que Adriano no tardó en
organizar una escapada a este con sus hermanos. Pero ese sueño de ser libre por unos instantes
se convirtió en una pesadilla. Cuando los pueblerinos les vieron, se escondieron en sus casas
haciendo una señal con dedos. Era como si no existieran, pero pronto se dieron cuenta de que no
les ignoraban, sino que les temían y, de alguna manera, eso le gustaba. No tardó mucho en llegar
su padre, el cual solo necesitó una cruel mirada para que todos le siguieran sin rechistar. Por
improbable que parecía ser, no recibieron ningún castigo. Solo una advertencia "no son de la
familia".


 La decadencia y la degeneración no tardó en llegar a la familia, pues tanto las hermanas y
hermanos ya tenían claro que nunca iban a salir de esa mansión. Se unieron en retorcidas
relaciones, a las cuales los padres hacían la vista gorda. 
Su tía por otra parte, consideraba a Adriano de su propiedad y, siempre que estaba en casa, nadie
más debía tocarlo. Adriano, por su parte había aprendido a temerle y poco a poco se daba cuenta
que no era humana. Era algo mas y sabía que tenía que ganarse su favor.
Tras las noches que pasaba con ella, a la mañana, se encontraba extremadamente pálido y falto de
fuerzas y con un dolor terrible que asolaba todo su cuerpo. 
Su hermana Adriana, con la cual tenía una relación de la que ambos se avergonzaban, siempre
insistía que le se impusiera a los deseos de ella.



 Pero realmente lo que le daba pesadillas eran sus viajes con su tía al bosque. Cuando intentaba
recordar sus siniestros paseos, dos emociones le devoraban al mismo tiempo, miedo y una
repugnante excitación. Un día, su padre le ordenó que a irse de casa para estudiar en la
universidad. Se le veía demasiado feliz como para hombre que estaba obsesionado con la unidad
familiar. Su hermana le suplicó que no dejase ir  a Adriano, pero sus súplicas fueron en vano. A él
tampoco le agradaba la idea de separarse de su hermana, pero era una oportunidad de deshacerse
de su tía. Con la promesa que de volver y un beso se fue de la mansión familiar. 


Pronto se dio cuenta de la mentira, ese coche no llevaba a ninguna universidad, sino a una especie
de monasterio donde le iniciaron en un terrible culto nigromantico dirigido por su tía. Participó en
terribles ritos profanos donde terribles milagros ocurrían. Poco a poco se volvió insensible a las
monstruosidades que allí ocurrían. Su tía se dio cuenta que Adriano se estaba perdiendo a sí
mismo, pero no le importó, pues esa era un prueba más de las que joven tendría que sufrir en la
Famiglia Giovanni. No sólo aprendió nigromancia, sino que también le enseñaron finanzas y
conocimientos varios.
No tardó mucho en darse cuenta de por qué le habían elegido. Él podía ver a los fantasmas, sus
oscuras siluetas gritaban mientras los ritos enloquecidos se celebraban (la razón de auspex). Un
día, su tía le pidió lo que más deseaba sin poder impedírselo, así que Adriano le confío sus más
oscuros deseos. 


Una noche le llevaron a de vuelta a su antigua casa, donde le esperaba noche desefreno y todo tipo
de placeres degenerados. Esa noche, la familia nadó en su propia podredumbre. Los amantes
incetusos no ocultaron sus pasiones y la droga y los excesos corrieron libres.
El hombre se despertó al amanecer de noche, con una sed terrible y un hombre atado frente suyo.
Miró alrededor algún líquido con la que podría calmar la sed, pero no había nada, y en cuestión de
segundos todo se volvió rojo.


 El comienzo de su vida vampírica fue duro, pues su humanidad estaba rota. Su tía, que ahora
también se había convertido en sus sire, le enseñó la senda de del poder y la voz interior. Aprederla
fue duro y arriesgado pero al final lo consiguió. 
Estuvo un tiempo aprendiendo como funcionaba las cosas fuera de su burbuja familiar y se ganó un
puesto en ésta. En su búsqueda de fantasmas los cuáles dar en tributo al clan, se encontró un
poderoso espectro el cual sometió. Este había era un sicario a sueldo de un grupo mafioso humano.
Fue relativamente fácil de someter, pues estaba perdido y necesitaba a alguien que le daría
órdenes con lo habían hecho en vida. 
Adriano sintió un poco de compasión por aquella pérdida alma, la cual sólo pedía otra guía, alguien
al que darle su lealtad. 

Echaba de menos a su hermana, pero sabía que hasta que no recibiera el abrazo, no podría tenerla
en sus brazos. Pero la soledad pudo con él y busco una pareja o mejor dicho ella le encontró a él.
Un día mientra buscaba a un fantasma encontró a una mujer. Era casi idéntica a su hermana,
menos que sus dientes de sierra y apetito por la carne humana. Su romance no duro mucho pero
fue bastante retorcido. Por dos razones cortaron: la primera, su hermana había recibido el abrazo y
la segunda que los Nagaraja de la ciudad se habían enemistado con la los giovanni. Ahora Adriano
tiene órdenes de crear una nueva fuente de ingresos y almas.

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